Cuando egresé de la carrera de Químico Industrial, en el año de 1986 deseaba trabajar en una empresa de síntesis orgánicas, o bien en el área de control de calidad de una empresa química.
Sin embargo por circunstancias personales por el momento no pude realizar mis planes, pero pensé, en dos tres años retomo mi carrera. Pero mientras tenía que hacer algo. Provengo de familia de profesores, entonces pude ingresar a este medio pero sintiéndome ajena, porque yo era Químico Industrial. Esto lo decía a gritos, ya sea a mis compañeros, familiares e indirectamente a los alumnos. Tiempo después quise retomar mi carrera, ya que ser profesor para mí era algo de menor nivel, y esto me hacía sentir minimizada, sobre todo cuando platicaba con mis compañeros que sí laboraban en la industria, así que tiempo después busqué y busqué trabajo en la industria química y como era mamá y tenía mucho tiempo de no tener contacto con la industria no logre conseguir un puesto, así que regresé al mundo de la docencia con la certeza de que ahí me tendría que quedar. Tiempo después inicié un proceso que me permitió reflexionar en la importancia de ser profesor y fue un despertar maravilloso en el que me dí cuenta de lo maravilloso que es trabajar con seres humanos.
Cuando pude sentirme a gusto y feliz de ser maestro empecé a sentir la necesidad de aprender a serlo, de escuchar a las personas, de querer acudir a cursos de crecimiento como persona. Y entonces inicié con un círculo virtuoso en el que me retroalimentaba el cambio de actitud de mis alumnos hacía mí, de darme cuenta que ser buen profesor no significaba reprobar al 50% de los alumnos, ni programar exámenes que los confundieran y les hiciera sentir el poder del profesor, tampoco era convertirse en el todopoderoso, insensible y autocrático.
Poco a poco he ido transformando mi práctica docente, me he interesado por leer algunos temas, tuve la oportunidad de estudiar la maestría en Ciencias de la Calidad, de tomar varios cursos de Desarrollo Humano y me certifique en la norma de Impartición de Cursos. Esto me ha transformado completamente y me ha permitido cambiar mi percepción en cuanto a mi trabajo en la docencia, ahora puedo decir con orgullo soy profesor, soy maestro del C.B.T.i.s. 211.
Actualmente ser profesor para mí es un acto de felicidad, de amor, siento que al ser profesor tengo la oportunidad de tocar el “alma”, la conciencia de muchas personas ya que tenemos a los alumnos en primer plano y a los padres de familia y compañeros en segundo plano. En muchas ocasiones somos el único punto de apoyo para muchos alumnos y tenemos la oportunidad de mostrarles herramientas que les permita visualizar una realidad diferente a la que han visto y vivido.
Quiero aclarar que cuando hablo del “alma” me refiero a aquello que nos hace común a todos los seres humanos, que nos permite relacionarnos, y que comprende a las percepciones y emociones.
Ser docente de Educación Media Superior me agrada mucho ya que los jóvenes en esta etapa son tan libres, abiertos, divertidos, inconformes, energéticos y felices, haciendo que sea una delicia trabajar con ellos. Reconozco que también es una etapa difícil pero creo que es más fácil trabajar con ellos que con los chicos de secundaria. Nuestros jóvenes mantienen sus emociones al máximo y en eso coincido, así que existe empatía; se puede dialogar, y llegar acuerdos con ellos. Los jóvenes bachilleres viven la etapa en la que tomarán decisiones que tienen que ver con su vida futura y me encanta poder participar en su formación.
Darme cuenta que he influido favorablemente en la vida de muchos estudiantes me hace sentir feliz y satisfecha, lo mismo que cuando los padres de familia te dan las gracias por que les permites darse cuenta que en muchas ocasiones no están atentos a sus hijos, que con los aprendizajes de la escuela han modificado su relación de padres- alumnos, que los compañeros de la escuela te consulten, te pidan tu apoyo, es de gran satisfacción. El tener el respeto, consideración y cariño de padres, compañeros y sobre todo de los jóvenes es algo maravilloso y que me mantiene con ese sentimiento de querer seguir, de no detenerme y mejorar, primero como ser humano y después como profesora.
Motivos de insatisfacción, son muchos, sin embargo no quiero que estos sean los que me detengan para el logro de mis metas. Tengo la certeza de que yo tengo la sartén por el mango con respecto a mí compromiso y deseo de mejora a pesar de todas las circunstancias no favorables. Sin embargo menciono algunos de ellos:
· En muchas ocasiones los alumnos al ingresar al bachillerato no logran dominar todas las competencias de un alumno egresado de secundaria
· La falta de compromiso de algunas autoridades para con la educación, esto implica que no les interese el perfil, la carga horaria diaria, el horario de los alumnos.
· No existe comunicación entre autoridades y profesores, cada uno trabaja por su lado
· La mayoría de las veces no ofrecen recursos a la mejora de instalaciones, sin embargo gastan en uniformes para los profesores, comidas
· No siempre la distribución de recursos (plazas) se hacen en función a las necesidades del plantel, o desempeño de los docentes
· Se utiliza mucho tiempo en asuntos políticos y suspensión de labores no justificables
· Se politizan muchas de las actividades académicas
· Falta de compromiso y responsabilidad de todos los decentes, por lo que no les interesa capacitarse, mejorar e intentar (por lo menos) mejorar su práctica docente.
· Falta de responsabilidad de algunos padres de familia
jueves, 11 de diciembre de 2008
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Rosy creo que modificar la conducta de los docentes en el plantel bajo el nuevo enfoque de la reforma Educativa sería la primera situación a dirigir los esfuerzos conforme a lo que planteas
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